Los amigos de Patricia Bullrich que fueron en cana la misma semana: Marcelo D´Alessio y Gustavo Bruzzone

Esta semana Marcelo D´Alessio, el falso abogado y que se presentaba como especialista en seguridad, fue condenado a 13 años y seis meses de prisión por espionaje ilegal, asociación ilícita y lavado de activos. El mismo día Patricia Bullrich anunciaba la aprehensión de uno de los diez narcos más peligrosos, Gustavo Bruzzone, supuestamente prófugo desde hace años. Los dos tuvieron un vínculo directo con Patricia Bullrich, que parece haber olvidado sus encuentros con ambos jlk p

Politica06/07/2025ClaudiaClaudia
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El 3 de julio de 2025 el Tribunal Oral Federal N° 8 de Buenos Aires dictó una sentencia que toca de refilón, como tantas cuestiones de las que nunca se dan explicaciones y de las que sale indemne, a la Ministra de Seguridad Patricia Bullrich. Marcelo D’Alessio, un hombre que se autodenominaba abogado y experto en seguridad, fue condenado a 13 años y 6 meses de prisión por una serie de delitos que incluyen espionaje ilegal, asociación ilícita y lavado de activos. Pero más allá de la condena, el caso puso al descubierto una red de influencias y corrupción que llega hasta los más altos niveles del Estado.

D’Alessio es una figura controvertida que se hizo conocida por su presencia en los medios de comunicación, donde se presentaba como un experto en narcotráfico y seguridad, especialmente en el programa “Animales Sueltos”, conducido por Alejandro Fantino en donde fungía como panelista el periodista Daniel Santoro, quien fue de alguna manera socio de D’Alessio en aprietes que, incluso, llegaron a hacer veladamente mientras el programa estaba al aire. D’Alessio no era abogado, a pesar de que se hacía pasar por uno, y su red de contactos incluía a funcionarios judiciales, fiscales, fuerzas de seguridad, periodistas y empresarios, lo que evidencia un abuso de poder y una falta de control institucional. Ninguna de las personas con las que interactuó por entonces parece haberse preguntado quién era, de dónde había salido y a quién respondía; y de hacerlo, da la sensación de que prefirieron acallar los interrogantes.

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Su modus operandi consistía en extorsionar a empresarios y otras personas influyentes, amenazándolos con involucrarlos en causas judiciales sensibles, como la «Causa de los Cuadernos». Uno de los casos más notorios fue el de Pedro Etchebest, un productor agropecuario al que D’Alessio exigió 300.000 dólares para no involucrarlo en la mencionada causa. Etchebest grabó las conversaciones, lo que fue clave para la posterior condena del hombre bajo y calvo que pretendía ser un “duro” y el tribunal ordenó la restitución de 14.700 dólares, parte del dinero que ya había pagado. D’Alessio lideraba una organización que extorsionaba a sus víctimas y ofrecía «protección» a cambio de dinero que operó entre julio de 2016 y febrero de 2019, durante el macrismo, cuando Patricia Bullrich también era ministra de seguridad. Su red incluía exespías, policías y financistas, y utilizaba sus conexiones para intimidar y simular influencia, lo que pone en evidencia la porosidad de las instituciones de seguridad y justicia.

Actualmente, D’Alessio está detenido en el Complejo Penitenciario Federal I de Ezeiza desde su arresto el 15 de febrero de 2019 en su casa del barrio privado Saint Thomas de Canning, y ya había sido condenado previamente por tentativa de extorsión, lo que refuerza su perfil como un operador delictivo recurrente.

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Con Patricia Bullrich lo une un vínculo que no puede ser ignorado, aunque como en tantas otras ocasiones, hechos y relaciones, a la ministra nadie le pregunta ni cuestiona. No solo hay varias fotografías en donde se los ve juntos en medio de operativos de seguridad, sino que en la justicia quedaron mensajes de WhatsApp intercambiados entre ellos y autenticados por el tribunal. En uno de estos mensajes, D’Alessio le escribió: «Hola Patricia. Espero estés bien! Vengo de Rosario. Tengo una escucha para darte. Y un arrepentido por los disparos a los integrantes de la cámara. Cuando quieras nos vemos. Un beso». Bullrich respondió: «Ok. Podés reunirte con Bonini? Y le das el material y después nos vemos nosotros». Este diálogo, confirmado como real por el tribunal, sugiere que D’Alessio proporcionaba información a Bullrich, posiblemente relacionada con operaciones de seguridad o inteligencia, lo que plantea serias dudas sobre la supervisión de su ministerio y su posible complicidad, además de la confianza entre ambos.

Por otra parte se documentó que miembros de la red de D’Alessio realizaron visitas registradas al Ministerio de Seguridad durante la gestión de Bullrich, y existían archivos como «Presentación Bullrich» en su correspondencia, lo que indica un nivel de interacción que Bullrich ha intentado minimizar. En 2019 ella, en una entrevista con Perfil, afirmó que solo lo vio una vez cuando se presentó con propuestas en el ministerio, y lo describió como «no creíble» y con «algún tipo de problema». Sin embargo, las evidencias sugieren una relación más profunda, especialmente considerando que D’Alessio trabajó como uno de los abogados defensores de Leonardo Fariña, un operador clave en la «Causa de los Cuadernos». Algunos medios, como El Destape, alegan que Bullrich pagaba 200.000 pesos mensuales a D’Alessio y al abogado Rodrigo González para esta defensa, aunque esta afirmación no ha sido corroborada oficialmente y podría basarse en declaraciones de D’Alessio, cuya credibilidad es cuestionable.

El caso también incluye controversias sobre la manipulación de evidencias. Según un peritaje presentado por la defensa en el juzgado de Dolores, el celular de D’Alessio fue accedido siete veces sin orden judicial en febrero de 2015, buscando específicamente chats con un contacto agendado como «Patricia Bullrich S6«, sin resultados. Además, la cadena de custodia del celular fue rota durante nueve días, lo que sugiere posibles intentos de alterar o fabricar evidencias. ¿Era la ministra que pretendía borrar mensajes comprometedores que confirmaran su vínculo?

Gustavo Bruzzone, el martillero público tuitero acusado de narcotraficante
El 2 de julio Patricia Bullrich festejó la detención de, según ella, uno de los diez prófugos más buscados por la Policía por contrabando de cocaína. La ministra de Seguridad se jactó en las redes de haber detenido a Gustavo Alejandro Bruzzone, a quien definió como un «prófugo desde hace casi dos años y pieza clave en el intento de traficar 1.600 kilos de cocaína a Europa». 

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La ministra dijo que Bruzzone fue capturado por el DFI de la PFA en la provincia de Buenos Aires. «Los delincuentes encuentran impunidad y refugio en PBA. Mientras unos miran para otro lado, nosotros los buscamos, los encontramos y los hacemos pagar», dijo Bullrich.

La realidad es que el hombre jamás estuvo prófugo sino bien visible en redes sociales, en donde no solo publicó hasta el mismo día de su detención promociones de los programas de la periodista Viviana Canosa, a quien parece admirar, sino que lo hacía con su nombre y apellido, a la luz de sus más de cuarenta mil seguidores. Muchos de sus posteos, incluso, tenían que ver con la misma Patricia Bullrich, a quien arrobaba; una de esas publicaciones da cuenta de un episodio de inseguridad vivido por su madre que dejó en shock a la mujer y a él, quien no dudó en llamar reiteradamente al 911, algo insólito para un prófugo, y agradecía el rol de la ministra en ese proceso de resolución del conflicto.

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Es que Bruzzone era un viejo conocido de Patricia Bullrich, un hombre que podría definirse como un militante fervoroso del PRO y específicamente del bullrichismo. Tan es así que hay numerosas fotos de él con Grindetti, con Mauricio Macri y sobre todo, la imagen más sorprendente, es la que registra la visita del ahora señalado como uno de los diez narcotraficantes más buscados, abrazando a la ministra en su propio despacho privado.

Gustavo Bruzzone, al menos en apariencia prototípica, no parece un narco. No solo por postear compulsivamente con su nombre y apellido, sino por dar notas como martillero público y rematador en medios masivos de comunicación y con periodistas reconocidos como Eduardo Feimann. Si alguien estaba buscándolo, parecía muy fácil de hallar. En los registros de ARCA, que además son públicos, aparece registrado con su nombre, documento y dirección, la misma a donde fueron a buscarlo: un tres ambientes modesto en la calle Fasola de Haedo donde vive con su madre.

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Sin embargo, y siendo un militante fervoroso de la Ministra que luego le dio la espalda y lo mandó en cana, es muy crítico del gobierno, con el mismo fervor que cuestiona también al kirchnerismo y al peronismo. En 2018 la entonces diputada Graciela Caamaño lo había acusado de ser un troll de Marcos Peña. En ese momento él decía al portal Real Politik, que lo entrevistó: “Esto no es nuevo, yo ya tuve un informe muy delicado en marzo, cuando Amnistía Internacional sacó un informe muy fuerte donde me ponía a mí, junto con otra persona, como los principales influyentes y que dependíamos directamente del gobierno. Esto vino a consecuencia del caso Maldonado, yo respondí el ataque de esta directora, impresentable que tiene Amnistía y nunca más tuvimos una respuesta.” La declaración parece dar muestras de una cercanía a Bullrich, por la mención del caso Maldonado: ¿Qué tenía que ver Bruzzone con el caso, con el Ministerio, y por qué Amnistía Internacional puso la mirada sobre él como parte del gobierno?

Cuando el mismo día de la detención se hizo público el vínculo extraño entre el supuesto narco y la ministra, los trolls de redes sociales que dependen de Santiago Caputo intentaron desviar el foco de atención contra María Eugenia Talerico, la ex titular de la UIF durante el macrismo, y afirmaron que ella era quien lo “protegía”. Del mismo modo, el “Gordo Dan” y su troupe de seguidores y trolls, publicaron decenas de posteos vinculando a Bruzzone con Viviana Canosa, diciendo que él es productor o financista de la periodista, algo que ella se encargó de desmentir. Lejos de eso, más bien parece un cholulo que postea compulsivamente su apoyo a los programas que haga Canosa.

La detención de Bruzzone, su difusión y el mote impuesto sobre un tipo que, al menos que sea un gran simulador, lejos está de parecer un hombre capaz de traficar 16mil kilos de cocaína hacia Europa, despierta los mayores interrogantes, por el momento, sin respuesta. ¿Es una cama para la ministra? ¿Es una venganza? Lo que siempre queda claro es que pase lo que pase, Patricia Bullrich siempre sale indemne de todas sus acciones públicas y escandalosas, cuestionables y brutales, desde la década del setenta hasta ahora. Una especie de Atila con anteojeras que solo va hacia adelante, en pos de su objetivo y su pulsión.

Fuente: El Ciudadano

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