Andy Murray, épico y con implante metálico en la cadera, volvió a ser el viejo guerrero para vencer a Berrettini en cinco horas en el Australian Open

Gran ejemplo de vida y supervivencia sobre todo.

Deportes 17/01/2023 Claudia Claudia
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Con la rodilla derecha ensangrentada tras un salvaje esfuerzo. Con los músculos agarrotados. Sudando a mares debajo del techo retráctil de un Rod Laver Arena sellado por la regla del calor extremo (superó los 37°). Respirando agitado y ya sin combustible en el cuerpo. Con dificultades hasta para sonreír. Incluso, con una prótesis de metal en la cadera. Pero radiante, impulsado por el amor al tenis y por su espíritu competitivo. Andy Murray, el caballero escocés, uno de los cuatro fantásticos hasta que las lesiones lo detuvieron, logró su mayor victoria en años y enloqueció a todos en el segundo día del Abierto de Australia. Por la primera ronda, salvó un match point contra Matteo Berrettini (que es casi una década más joven y está 50 puestos por encima de él en el ranking) antes de imponerse por 6-3, 6-3, 4-6, 6-7 (7-9) y 7-6 (10-6), en una función épica que se extendió durante casi cinco horas.

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Valió la pena intentarlo, pensó Murray en voz alta, recordando tiempos de oscuridad y valorando la fuerte pretemporada realizada hace unos meses en Boca Ratón (EE.UU.). “Hubo momentos en los que no podía ponerme mis propios zapatos porque me dolía mucho la cadera y realmente pensé que tendría que retirarme”, le confesó el británico en junio de 2021. En enero de 2018 sufrió una primera cirugía de cadera. Un año más tarde, volvió a ingresar en un quirófano y le hicieron una reconstrucción de la zona, en la que le extrajeron una articulación y se la sustituyeron por un implante. Buscó calidad de vida antes que una rehabilitación deportiva. Sin embargo, poco a poco superó los demonios y sus propias expectativas. Maestro estratégico y número 66° del mundo en la actualidad, volvió a derrotar a un Top 20 por primera vez desde Roland Garros 2017, mucho antes de recibir la primera operación y pensar en retirarse, como lo anunció -llorando- en el Australian Open 2019.

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“En los últimos años me he cuestionado a mí mismo. Mucha gente ha puesto en duda mi capacidad, si podía seguir rindiendo en los grandes eventos y en los partidos importantes”, narró Murray, de 35 años. “Y quiero decir que me siento muy orgulloso de mí mismo tras el partido. Eso no es algo que normalmente a lo largo de los años haya sentido al final de los partidos de tenis”, añadió Andy, el hombre que debió lidiar con las exigencias del público deportivo en el Reino Unido. La historia hoy dice que se encumbró como el primer británico campeón de Wimbledon en 77 años (en 2013; repitió en 2016), desde que Fred Perry lo hiciera en 1936, pero antes de lograrlo padeció asfixiantes presiones. Es más, antes de ganar su primer Grand Slam, en el US Open 2012, Murray perdió cuatro finales de majors y despectivamente lo trataban de escocés si perdía y de británico si triunfaba. En medio de un clima irrespirable, incorporó a una leyenda como Ivan Lendl a su equipo, que antes de ser un prócer del tenis pasó por circunstancias similares. El exnúmero 1, que hoy también lo guía en Melbourne, fue gran responsable del vuelco emocional de Murray.

“¡Qué guerrero, mi amigo! ¡Gracias por mostrarnos que nunca te rendiste!”, le escribió Juan Martín del Potro, en Twitter, a Murray. El tandilense conoce, como nadie, de padecimientos por lesiones, por eso está pendiente y valora lo que consigue el británico. “Soy duro conmigo mismo por lo general. Pero esta noche necesito darme algo de crédito porque los últimos años han sido difíciles. Perdí algunos de este tipo en los Grand Slams, ya sea con (Stefanos) Tsitsipas [en la 1ª ronda del US Open 2021, en cinco sets] o con (John) Isner en Wimbledon [2020, en cuatro parciales]. Este partido podría haber ido al revés, es cierto, pero me mantuve fuerte y merecí ganar”, celebró el poseedor de 46 trofeos [el último en Amberes 2019].

Bajo los reflectores del estadio principal del Australian Open (el partido se jugó en el momento en el que se detuvo la acción en los courts exteriores por la agobiante temperatura; durante un puñado de horas sólo hubo tenis en las canchas con techo), Murray volvió a ser un ajedrecista con raqueta durante los dos primeros sets. Se divirtió y le dio una lección al romano Berrettini, 14° y semifinalista en Melbourne el año pasado. Se movió con sabiduría, desactivó los bombazos de drive de Berrettini con guante blanco, utilizó toda la geometría de la cancha, se lució con los efectos y machacó sobre el golpe más vulnerable del italiano (el revés).

Pero Berrettini, número 6 del mundo en enero del año pasado, se abrió camino en el tercer set con sus saques de rayo láser, cometiendo menos errores no forzados y castigando con la derecha, una de las más poderosas del circuito. En el cuarto set, el nivel del partido alcanzó la gloria: se vieron intercambios de todo tipo y se asemejaron a dos boxeadores en medio de un ring enfervorizado. En el quinto set, Murray cometió fallas y Berretini contó con un match point ante el servicio del escocés, sin embargo, no lo provechó y llegaron al súper tie-break (a diez puntos). En el desempate, Murray contó con la fortuna que no lo había acompañado durante estos últimos años de dificultades y ganó un partido cinematográfico (su próximo rival será el italiano Fabio Fognini o el australiano Thanasi Kokkinakis).

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Murray, cinco veces finalista de Australia (en 2010 cayó con Roger Federer; en 2011, 2013, 2015 y 2016 ante Novak Djokovic), frente a Berrettini llegó a su victoria número 50 en el Melbourne Park. Sólo cuatro jugadores en la historia tienen esa cantidad de éxitos o más en el primer grande del año (Federer, Djokovic, Rafael Nadal y Stefan Edberg). El tenis del jugador nacido en Dunblane renació de las penumbras y los amantes del arte de las raquetas están agradecidos por disfrutar de uno de los mejores representantes de la vieja guardia.

“¿De dónde saco la fuerza para no bajar los brazos?”, escuchó Murray  hace unos años. “Encontrás la fuerza para seguir adelante porque amás el juego. Esa es mi motivación y creo que siempre existe la sensación de que aún no estás listo para rendirte”.

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