"Son cada vez más habituales, pero no afectan el desarrollo del trabajo"

La fiscal Valeria Haurigot, víctima de una intimidación junto a su colega Franco Carbone, aseguró que hay una "una falta de respeto muy grande".

Policiales 28/12/2022 Giani Giani
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La fiscal Valeria Haurigot fue amenazada la semana pasada junto a su colega Franco Carbone durante una audiencia en la que se presentaron cargos por asociación ilícita a varios integrantes de una banda liderada por Julio Rodríguez Granthon, un preso por narcotráfico que está alojado en un penal de la provincia de Buenos Aires. Quien lanzó la advertencia fue Nazareno Uriel “Anteojito” Gauna, acusado ser un pistolero a las órdenes de Rodriguez Granthon.

“Que se deje de hablar al pedo, esto no va a quedar así”, dijo Gauna desde la cárcel de Ezeiza vía Zoom, dirigiéndose directamente al fiscal Carbone. Este martes terminó esa audiencia que se había prolongado varios días porque había varias personas privadas de la libertad. Todos los imputados quedaron con prisión preventiva efectiva e irán a juicio acusados por extorsiones, amenazas y balaceras.

En declaraciones al programa “El primero de la mañana” de LT8, Haurigot dijo que situaciones de amedrentamiento como la que vivió junto a su colega Carbone “son cada vez más habituales, diría más de lo normal", y enfatizó: "No nos vemos afectados en el desarrollo de nuestro trabajo, más allá de que a nivel personal se produzca alguna desestabilización emocional, pero enseguida todo vuelve a su lugar y el trabajo se puede hacer”.

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Haurigot, a cargo de la Unidad Especializada en Balaceras y Extorsiones del Ministerio Público de la Acusación (MPA), entiende que “hay una falta de respeto muy grande a la autoridad o a quienes hacemos este tipo de trabajo, se ve cada vez más seguido en audiencias judiciales hechos de amenazas o inconductas que hacen que el ambiente se ponga tenso”.

En sentido, amplió: “Durante las audiencias que terminaron ayer, vimos en los detenidos que estaban en el penal de Ezeiza, vía Zoom, muchos gestos de falta de respeto en manera constante. No querían participar de las audiencias, pedían irse a ver a sus visitas o volver al pabellón".

"Esto complica el trabajo, pero es reflejo de una crisis mayor que se está viviendo. Y es que la persona que comete un delito no se percibe como delincuente, sino que está trabajando de eso y que nosotros lo estamos molestando. Hay como un desfasaje en el rol que ocupan esas personas y lo que representa la autoridad”, añadió Haurigot.

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