La década seca: la bajante y la sobrepesca ponen en riesgo al sábalo y al equilibrio del río

Los estudios biológicos del Paraná arrojan un “empobrecimiento” de variedad de peces y una caída en cantidad y talla del sábalo. Esa especie es la base de todas y explica la mayoría de la biomasa y de la exportación de pescado argentino. La última reproducción exitosa fue en 2015/2016. Piden medidas de protección antes de llegar a una situación de “colapso”

Información General26/07/2025ClaudiaClaudia
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La escasez de agua en el Paraná y el humedal de forma sostenida, sumada a la pesca comercial para exportación, golpean al sábalo. Es una especie clave en la cadena de peces y de toda la biodiversidad. Los últimos estudios biológicos agravaron el escenario: cayó mucho la cantidad encontrada y también el tamaño de los ejemplares. Afirman que esta dinámica es “insostenible” y piden medidas de regulación antes de que la crisis sea “un punto de no retorno”. 

Las especies migratorias, como el sábalo, el dorado o el surubí, necesitan de las inundaciones en el Delta para poder iniciar su período de reproducción. Las condiciones óptimas para los huevos y larvas son temperaturas cálidas, picos de cinco metros de altura y al menos dos meses de duración. Que el agua desborde y tienda puentes con las áreas desconectadas de la cuenca.

La última cohorte exitosa en ese proceso evolutivo fue durante la primavera de 2015 y el verano de 2016, con fuertes crecidas del río. Desde la bajante iniciada en 2019, con una excepción de un repunte parcial a fines de 2022, los requisitos mínimos no se dieron. El reflejo se nota en los informes técnicos.

Según la Evaluación Biológica y Pesquera de Especies de Interés (Ebipes), un ente integrado por Nación, provincias y Conicet, el último relevamiento “se efectuó con niveles hidrométricos muy bajos; en niveles de aislamiento tanto en el puerto de Santa Fe como en el de Victoria, resultando la campaña con los valores más inferiores desde el inicio del proyecto”, hace 20 años.

A fines de 2024, el resultado de las capturas registró una variedad de especies “muy reducida comparada con la de la campaña anterior”, un 30% menos que en 2023. La cantidad total fue 60% menor y el peso cayó hasta 70%. El informe de 2025 aún no se publicó pero este medio pudo saber que la tendencia no se revirtió.

En el mismo tono, la investigadora del Conicet Ana Pía Rabuffetti afirmó a Rosario3 que la bajante histórica por su persistencia en el tiempo generó “una década o período seco que compromete a nuestras poblaciones de peces, sobre todo a las migratorias de larga distancia que tienen una sincronía con esta fluctuación del río”.

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El diagnóstico se repite entre pescadores e investigadores de distintas áreas. Hay un humedal en “retroceso” que implica menos lugares de pesca, ejemplares y trabajadores del río (en algunos lugares son la mitad que eran antes). De hecho, un antropólogo y un biólogo se dedicaron estos años a “mapear la ausencia”. 

Dos “papers” publicados en revistas internacionales sobre el impacto de las bajantes extremas, del Laboratorio de Hidroecología del Instituto Nacional de Limnología (Inali) que integra Rabuffetti, reflejan con gráficos esa pérdida de la conectividad en las aguas superficiales y también la sequía hidrológica prolongada.

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Algunos analistas hablan de una crisis que puede derivar en un “colapso biológico” si las condiciones no se modifican. Rabuffetti evitó calificaciones tajantes pero sí advirtió sobre la gravedad del escenario y pidió “medidas precautorias”. “Tender a la prevención con políticas pesqueras que tomen en cuenta las fluctuaciones climáticas en pos de la conservación”, señaló la doctora en Ciencias Biológicas del Inali.

El último estudio oficial
 
El informe biológico de Ebipes (sobre valle de inundación), de octubre 2024, detalla los “niveles hidrométricos muy bajos” con resultados “muy reducidos” en variedad, cantidad, talla y peso de los ejemplares capturados para su estudio.

Además de la bajante persistente que anula espacios de reproducción, el informe señala como “probable que los eventos climáticos de muy bajas temperaturas, ocurridos durante el invierno 2024, provocaron mortandades de peces en toda la cuenca baja y hayan influido en la reducción observada en el sábalo”.

Se suman al frío intenso los depredadores de agua y aire que aprovechan el poco espacio. El texto reconoce el ataque de peces (dorados y surubíes, registrados durante la propia campaña) y aves ictiófagas. 

La provincia también participa de esos estudios a través del Ministerio de Ambiente. Un dato llamó la atención de las áreas especializadas. En los estudios de 2023, Ebipes tuvo un pico de captura de 7.000 individuos juveniles mientras que en el último registro oficial el máximo fue de apenas 160 ejemplares. Si bien son muestras de distintas tallas y la comparación no debería ser lineal, el contraste evidencia una crisis que enciende todas las alarmas.

Podría ocurrir que los peces que no están en el valle de inundación del Paraná se encuentren más al sur, en el estuario del Río de La Plata (transición de aguas dulces y saladas), pero no es así. En esa zona también se detectaron muestras preocupantes sobre la caída de cantidad y tamaño de los sábalos.

Presión pesquera y exportación
 
La condición corporal también está “deteriorada” por falta de nutrición. Eso puede estar vinculado a lagunas con aguas bajas o desconectadas del entorno. A veces, las pesquerías colocan redes en las bocas de esos cursos y se llevan todo el “recurso” (así lo consideran), incluso por debajo de la talla permitida.

La pesca comercial y el negocio de los frigoríficos de las últimas décadas le agregó presión al sistema. De las 30 mil toneladas exportadas por Argentina a inicios del siglo, se bajó con cupos a 18 mil en 2019 (un tercio de eso, 6.600 toneladas, fueron para Santa Fe) y a 6.300 en 2022. En 2024, la exportación fue 3.200 toneladas y el consumo interno llegó a 6.200, y seguía bajando en 2025, según datos del Senasa.

El estudio de Ebipes propone que “las pesquerías de sábalo de la región deberán seguir sosteniéndose sobre las ahora escasas cohortes (grupo de peces que nacen en el mismo año) 2018-19, 2017-18, 2015-16 y 2009-10”, es decir solo sobre los peces de mayor edad y talla.

Si las condiciones no cambian, “la reducida abundancia de individuos de mayor tamaño” generará “una presión pesquera prematura afectando el rendimiento potencial de dicha cohorte”. Es decir, una crisis de las nuevas generaciones.

Empobrecimiento y salubridad
 
Por el ajuste del Gobierno nacional de Javier Milei, los investigadores del Conicet e Inali no pudieron realizar este año los relevamientos. Aún sin muestras propias de 2025, la comparación con series temporales de largo plazo, hasta cien años, y las condiciones hidroclimáticas habilitan algunas lecturas actualizadas.  

Con esa aclaración inicial, Rabuffetti afirmó: “Cuando hablamos de la pesca continental en grandes ríos, como es el Paraná, son sistemas socioecológicos y económicos complejos y dinámicos en el río y toda su planicie de inundación. Es una problemática que no responde a una sola variable, no son respuestas unicausales, trabajamos de una manera holística”.

“Si analizamos los últimos 100 años de pesca –continuó– vemos un empobrecimiento. Pasamos de un stock en el siglo pasado de mayor valor como el dorado, surubí, o manguruyú y otras especies que están en protección o vedadas para la pesca, a tener un reemplazo por otras de menor valor, como el armado o la tararira”.

Dentro de esa pesca comercial actual, existe “un predominio claro en las capturas del sábalo que se lleva más del 90% del sistema productivo continental”.

De esa especie, que transforma la materia orgánica en carne y que “limpia” el lecho del río, “depende el estado de salubridad de todo el ecosistema y también de la actividad pesquera”.

Necesidad de regulaciones
 
Los estudios del Inali coinciden con los informes de Ebipes. “Las últimas cohortes exitosas son de las crecientes óptimas de primavera-verano del año 2009/2010 y luego de 2015/2016, de gran intensidad y duración. Condiciones que no se volvieron a dar porque desde 2019 comenzó un período de bajante que es histórico por lo prolongado”, resume Rabuffetti. 

La bióloga y su equipo demostraron en los últimos estudios publicados que “la población de sábalo, la biomasa íctica dominante en el sistema, se ve influenciada por la regularidad y las fluctuaciones de los pulsos de inundación”.

“Durante condiciones hidrológicas adversas que se prolonguen durante varios años, es recomendable regular el esfuerzo pesquero para preservar la biomasa de los adultos reproductores”, señalan.

Aunque en términos normales la pesca no es determinante, “la presión pesquera podría tener un impacto significativo en condiciones de bajo nivel de agua”, advierten los especialistas.

"La exportación de sábalo como actividad productiva puede acelerar el agotamiento de las poblaciones si no se consideran las condiciones ambientales", agrega y recomiendan no aplicar regulaciones fijas (veda a la pesca indefinida o a la exportación) sino pensarlas con un “enfoque ecosistémico”.

Fuente: Rosario3

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